El área donde se encuentra actualmente el campo de fútbol era, originalmente, un espacio inutilizado, fangoso y casi impracticable, donde los más pequeños se encontraban para jugar al fútbol en la calle cuando no había disponible ningún otro lugar. Todos los terrenos circundantes estaban abandonados y la mayoría se habían convertido en una zona de descarga no autorizada para los materiales de construcción de desecho.
Gracias a los esfuerzos de FIFA, FEF y del ayuntamiento de Quito (quien ofrece gratuitamente el terreno necesario para la construcción del nuevo campo de fútbol), el proyecto fue aprobado para ofrecer a las asociaciones futbolísticas locales una nueva y moderna casa donde hacer crecer la generación de jóvenes futbolistas.
Debido a la gran cantidad de material de descarga abandonado en el área desde hace años sin ningún control, el espacio requería profundas excavaciones para retirar el material inestable y tóxico y para sustituirlo por uno que pudiese garantizar la estabilidad, planicidad y capacidad de drenaje en toda la subestructura.
Se prestó gran atención a causa de las problemáticas condiciones climáticas y logísticas del lugar. Situado en Quito, a 2 900 m de altitud, en uno de los pocos altiplanos de los Andes, el campo de fútbol necesitó una selección precisa de materiales para garantizar la calidad, las prestaciones y la duración de la inversión a largo plazo.